REFLEXIÓN: Somos un poquito ambiciosos...¿o no?

Toda persona desea o aspira a ser ALGUIEN en la vida. Pero ese poder ser alguien se adquiere, está en función del esfuerzo que cada uno para alcanzar sus objetivos. Entonces, ¿qué es la ambición?…se dice que es el deseo imperioso de tener poder, fama, etc…entendido como “cumplir metas y aspirar a las que siguen”…la ambición nos motiva a querer lograr que un sueño se haga realidad. En el deseo de alcanzar una meta definida, aspiramos humanamente a lograr sino el primero, por lo menos, los primeros puestos. Tal aspiración está condicionada a diversos factores, entre los cuales la preparación previa, las aptitudes o habilidades físicas o psíquicas son importantes.

Importante acotar que, en la medida que el éxito nos sonríe, nuestro nivel de aspiraciones se va elevando, se hace mayor; en cambio, el fracaso frecuente hace que nuestro nivel de aspiraciones disminuya y tendamos a ajustarnos a esa realidad. Bajo este último punto podría plantearlo como la hipótesis del “conformismo”, al cual lo etiquetaremos como “la creencia en la imposibilidad de cambiar algo o una situación, aún cuando ese algo o esa situación nos perjudique”.

Como todo, existen dos tipos de ambiciones: la “sana”, que se ve en el loable deseo de prosperar, en la inquietud sana por aspirar a un mejor nivel de vida, dentro de unos límites razonables; y la “mala”, en que se convierte la propia existencia en lucha, violencia y actividad febril por las riquezas, el poder, las admiraciones, etc.. Dentro de este último concepto, la ambición sin freno, la ambición como conducta y estilo de vida, es uno de los más graves impedimentos de la felicidad.

Entonces, la ambición la podríamos asociar a otros factores como la motivación, los hábitos, las actitudes, los incentivos, la sociabilidad, la sensación de seguridad, la adquisición, hacer el trabajo q nos gusta, y así podría nombrar muchas otras más.

¿Qué podría concluir yo de esto? Que tener ambiciones en la vida no es malo, implica estar en un estado de superación constante, induce al perfeccionismo, y nos hace luchar por las causas y cosas que uno desea. El problemas está, creo, cuando pasamos de la “sana ambición” a la ambición de poder, de figurar, de ser “yo” y nadie más…la ambición de tener cosas y ostentar…si bien es cierto que “el poder llama al poder”, creo que nuestra racionalidad nos permite, en nuestro sano juicio, manejar este tipo de situaciones con fuerza de voluntad sobre todo bajo circunstancias adversas, con metas e ideas claras más allá del dinero, con una sola línea en su actuar e inspiración a largo plazo, donde siempre encontrará la oportunidad.